domingo, 21 de junio de 2009

El inicio de la Revolución

Francia, en el siglo xvm, era un país básicamente rural (de los 26 millones de habitantes con que con­taba entonces, 20 eran campesinos). Las masas cam­pesinas vivían en la miseria, al tiempo que la nobleza se mostraba absolutamente contraria a contribuir al déficit del estado.
Ahora bien, en esta sociedad y a lo largo del siglo XVII, el comercio, la industria y las finanzas habían ido ocupando una posición cada vez más importante en la economía nacional. La burguesía tenía en sus manos el poder económico y, como grupo social, consideraba que debía establecerse una armonía entre la ley y los hechos. En definitiva, deseaba acabar con los privi­legios nobiliarios. Por otra parte, la Ilustración fo­mentada en Francia por la burguesía, creó un clima intelectual propicio al cambio revolucionario. Tam­bién la revolución de Estados Unidos contribuyó a preparar el ambiente revolucionario.
En 1787, tras el fracaso de los grandes ministros re­formadores, Turgot y Necker, y ante la apurada si­tuación de la hacienda francesa, el rey convocó una asamblea de notables con la esperanza de ganarse su apoyo en vísperas de la Revolución, reclamó de la aristocracia su colaboración financiera mediante un impuesto que debería pagarse sobre el producto de to­das las tierras, pero los notables se mostraron rebel­des. Este hecho se denomina la «revuelta de los pri­vilegiados». Pero, al retirar su apoyo a la monarquía, los nobles abrieron las puertas a la Revolución.

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